1. ¿Cuál fue el motivo para elegir la carrera de Ingeniería de Sistemas y Computación?
Influenciado por mi pasión por las matemáticas, yo estaba mentalizado a estudiar una disciplina de ingeniería, pero nunca llegué a decidirme por alguna de las ingenierías tradicionales. Cuando estaba en el último año en secundaria, Ingeniería de Sistemas y Computación estaba en apogeo y me comencé a interesar en la carrera por su estrecha relación con las matemáticas y la lógica. En ese mismo año, tuve la oportunidad de tomar una asignatura introductoria a computación la cual me llevó a interactuar por primera vez con un computador y a desarrollar mis primeros “programitas”. Ahí terminé de convencerme. El entusiasmo fue tal que a partir de ahí solo esperaba el día para ingresar a la universidad y seguir explorando el gran potencial de la computación.
2. ¿Qué le alegra el día?
El café. jajaja! Seriamente, lo que más me alegra el día es compartir con mis hijos y mi familia. Esto lo complementa, el aprender algo nuevo, ayudar a resolver problemas y completar asuntos pendientes.
3. ¿Cómo ser un egresado de PUCMM ha contribuido a su desarrollo profesional?
La calidad de la educación y el renombre de la PUCMM me abrieron puertas no solo en el mercado laboral, sino también para continuar mi crecimiento académico en universidades extranjeras de la talla de Carnegie Mellon University y Rochester Institute of Technology.
4. ¿Quién marcó su vida académica y por qué?
Rafael Balbuena, mi profesor de matemáticas en el entonces Instituto Superior de Agricultura (ISA). “Balbue” despertó y desarrolló mi entusiasmo por las matemáticas y me entrenó hasta llevarme a obtener un 3.o lugar en las Olimpiadas de Matemáticas. Esto no solo me dio la confianza para estudiar Computación, sino que también me permitió obtener una beca para hacerlo en la PUCMM.
5. ¿Cuáles anécdotas nos puede contar sobre su vida estudiantil en PUCMM?
Una de las primeras asignaciones de programación consistió en simular un juego de bingo. A mí se me ocurrió nombrar mi programa concatenando mi nombre con la palabra “Bingo”—el programa abría con una especie de billboard que decía “Welcome to Melvingo”. Mis compañeros de promoción explotaron de risa y, gracias a esa “maravillosa” idea, muchos de ellos me siguen llamando “Melvingo” 30 años después.
Otra anécdota un poquito más seria. La beca que obtuve por las Olimpiadas de Matemáticas cubría el 100% del primer año y un 25% del resto de la carrera. Al acercarse la conclusión del primer año, comencé a preocuparme por cómo iba a cubrir el 75% del resto de la carrera. Yo estaba convencido de que mi familia no podía cubrirlo, así que ni me molesté en hablarle del tema. Un día se me ocurrió solicitar una reunión con el entonces Vicerrector Académico, Lic. Radhamés Mejía para explicarle la situación y solicitar ayuda. El licenciado Mejía accedió a recibirme y lo hizo amablemente. Le presenté mi récord de notas y le expliqué la situación. Honestamente, temía que diría que no había nada que él pudiese hacer. Sin embargo, se mostró positivo y me comentó que había alguien que me podría ayudar: la Fundación Damas Amigas de la PUCMM. Su esposa Amparo Fernández era parte de la directiva y me puso en contacto con ella. Unos días después me entrevisté con la directiva y al final me anunciaron que no tenía de qué preocuparme; que la Fundación me cubriría por el resto de la carrera. Sin la disposición del vicerrector y la posterior ayuda de la Fundación Damas Amigas de la PUCMM, mi vida académica y eventualmente profesional habría sido muy diferente. Por eso le estoy eternamente agradecido.
6. ¿Cuál de sus compañeros de carrera influyó de manera positiva durante sus pasos por la Universidad?
Pedro Mir Mesejo. Pedro era aventajado en temas de programación; tenía una habilidad impresionante para no solo resolver problemas de programación, sino para hacerlo de una forma elegante. Más aún, Pedro siempre estaba dispuesto a ayudar desinteresadamente. Aprendí mucho de él e influyó en mi estilo de programación.
7. ¿Cuáles vínculos mantiene con la Universidad?
Mis principales vínculos son a través de la Comunidad de Egresados y a través de colegas que se desempeñan como docentes. He ofrecido algunas sesiones invitadas de forma virtual en asignaturas de Ingeniería de Software y hace dos años ofrecí una charla en el campus dentro del XXV Seminario de Ingeniería Industrial.
8. ¿Cuál es el legado que pretende dejarle a sus hijos en términos de valores y enseñanzas?
Gran parte de los valores a los que me apego y que me gustaría dejar a mis hijos vienen del Taekwondo—arte marcial que practiqué desde niño. El Taekwondo enseña 5 valores básicos que aplican prácticamente a todos los aspectos de la vida: cortesía, integridad, autocontrol, perseverancia y espíritu indómito. A estos valores, le agrego responsabilidad y empatía.
9. Sabemos que cuenta con más de 25 años de experiencia como desarrollador de software, ¿cuál proyecto de los que haya desarrollado marcará por siempre su trayectoria profesional?
Más que un proyecto o software específico, mi trayectoria profesional siempre estará marcada por todo lo que surgió dentro de un proyecto empresarial llamado CAM Informática. Junto a otros dos socios, co-fundé CAM en 1993—apenas unos meses después de haber egresado de PUCMM—con la idea de desarrollar software comercial de alta calidad. No teníamos un patrón de referencia local para emular y el nivel de información disponible para este tipo de emprendimiento era bien limitado. Asimismo, no éramos ni contábamos con profesionales experimentados en desarrollo industrial de software. Pero como dicen: “donde hay una voluntad; hay un camino”. Enfocados en el mejoramiento continuo, implementamos procesos, prácticas y herramientas que habilitaron no solo la creación de software de alta calidad que sobrepusieron a otros de mercados más avanzados, sino también un ambiente de trabajo sano y de crecimiento profesional.
10. ¿Qué le recomienda a los recién egresados para destacarse en el ambiente laboral?
Comprometerse con su profesión y sus objetivos profesionales, reconociendo que conlleva tiempo y esfuerzo; reconocer que aún falta mucho que aprender y que el aprendizaje es una jornada que dura toda la vida. Esto parece laborioso, pero se hace más fácil si se enfocan en lo que realmente les apasiona. Atreverse a atacar los problemas y conceptos difíciles de su profesión; atreverse a emitir su opinión, a expandir sus horizontes. Reconocer abiertamente su vulnerabilidad, errores y desafíos, y trabajar continuamente en superarlos. Por último, respetar el rol y las ideas de sus colegas, independientemente de cualquier etiqueta social, racial, preferencia o estatus. A mi entender, estos principios los harán destacarse como profesionales confiables y perdurables.