Objetivo y significado de la Cuaresma y la Semana Santa

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Por el padre William Arias
Egresado de Filosofía (1988) y del Postgrado en Gerencia de Recursos Humanos (2001) de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Asimismo, es egresado de Estudios Bíblicos de la Universidad Pontificia de Salamanca. Actualmente es director de la Escuela de Teología de PUCMM CSTI, vicario de la Pastoral por la Arquidiócesis de Santiago y secretario de la Comisión Nacional de Biblia de la Conferencia Episcopal Dominicana.

En el año litúrgico el tiempo de la Cuaresma y la Semana Santa son los que fuertemente marcan la vida del creyente, aparece una mayor sensibilidad hacia la fe y su vivencia, sobre todo en la dimensión sacrificial   de la vida religiosa del cristiano. Hay una especie de vuelta más directa hacia Dios y al misterio pascual, un deseo de volver a la casa del padre para quien se haya retirado un poco o mucho, unas ansias de encontrar espacio para compartir a solas con nuestro Dios y Señor, un deseo grande de eternidad y de redención.

Sobre la Cuaresma la Iglesia siempre nos recuerda que no es un tiempo en sí mismo, sino que tiene un objetivo y es que apunta hacia la Pascua, hacia la resurrección, nos preparamos en Cuaresma para celebrar dicho acontecimiento central en la vida del creyente, pues ya lo decía Pablo: “Si Cristo no resucitó vana es nuestra fe´´ (1Cor. 15,17). Buscamos en la Cuaresma encontrarnos con nosotros mismos, con Dios y con nuestros hermanos, pues nuestro camino no está lleno de rosas, sino también de agudas espinas que nos punzan, hacen daños a los demás y nos distancian de Dios, y hay que volver a la senda propia que es andar con madurez, en fraternidad y en unidad con el Señor. 

Mediante las diversas actividades que programamos para este tiempo cuaresmal se destacan muchas propias de la religiosidad popular unidas a los ejercicios de piedad ya tradicionales, como los Vía Crucis, caminatas, sacrificios particulares, ayunos, jornadas de retiros y de oración, actos penitenciales, y otros, pero también en los últimos tiempos ha surgido una gran creatividad pastoral para ayudar a las personas a lograr adentrarse de nuevo al camino de la fe y volver a la comunidad eclesial, para desde allí vivir la celebración del misterio pascual. Pero permanentemente hay que ir más allá de lo convencional y de siempre, para no hacer de las prácticas cuaresmales algo folclórico, hay que llegar a lo que la Iglesia en sí quiere de cada uno de nosotros en este tiempo especial, y es que lleguemos a la Pascua verdaderamente convertidos, por eso hay un énfasis grande en la conversión como proceso continuo y constante en la vida del cristiano.

En cuanto a la Semana Santa, cada año vemos cómo una celebración cristiana nuestra es utilizada como marco para darse en medio del pueblo, sobre todo en las playas y balnearios locales, unas vivencias equiparables a las bacanales narradas por Eurípides en la antigüedad, un tiempo que se ha de suponer que debe ser de reflexión, silencio, encuentro desde la fe y en la fe, para rememorar el día que murió Jesucristo y también su posterior resurrección, pero en la gran mayoría de nuestro pueblo nada de eso cuenta, solo diversión, bebidas, fiesta y francachelas, e incluso se dan unas tragedias en carreteras y lugares, donde muchos incluso pierden su vida, y se ve esto como si fueran simples daños colaterales de dicha celebración, y así no. Es cierto que la sociedad dominicana ha cambiado, es más pluralista, hay diversas formas de pensar y vivir; tal vez en tiempos pasados, el pensamiento era más homogéneo y la religión tenía un peso capital y de decisión en todo lo que se hacía en la sociedad, sobre todo nuestra religión católica, pero esto no lo justifica.

Hay que buscar formas y maneras para mantener el carácter santo y el objetivo por el cual se ha constituido esta semana. Un sacerdote escribió una vez, buscando el lado amable a esta cuestión, que está bien que la gente no creyente se vaya a la playa o por ahí, para que nos dejen las ciudades y los pueblos libres y tranquilos a los que creemos y así celebremos y demos el verdadero sentido de estos días. Los cristianos estamos llamados a mantener, y debemos de hacerlo, el carácter santo y sagrado de estos días, concientizar para que el pueblo se recoja en torno a la muerte y resurrección de Cristo, ayudar más a las iglesias cristianas, sobre toda la nuestra, en el auspicio de programas y actividades que ayuden a la finalidad espiritual de estos días, y demás cosas por el bien de la población y del sentido propio que deben tener estos días de Semana Santa.

Cuaresma y Semana Santa son oasis en medio del mundo que muchas veces se nos convierten en desiertos, y entonces es necesario volver a Dios, a la fuente de nuestra fe y a nuestros hermanos, es renovarnos y seguir en nuestra marcha hacia la presencia de nuestros Dios y Señor con nuevo espíritu, a la espera de ese Cristo resucitado que un día ha de volver por nosotros.

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