Por Amelia U. Santos-Paulino, PhD1
La inversión extranjera directa (IED) puede generar múltiples beneficios económicos y sociales para los países en desarrollo. La transmisión ocurre mediante diversos canales; por ejemplo: creación de empleo, transferencia de tecnologías productivas, habilidades, capacidad innovadora y eficiencia administrativa. En ese contexto, un tema importante es determinar si los beneficios asociados con la IED también contribuyen a la existencia de un mercado laboral con mayor igualdad de género.
Además de las implicaciones económicas puras de la inversión extranjera, la expectativa es que las Empresas Multinacionales (EMN) mantengan ciertos niveles y estándares de responsabilidad social y ambiental. En este contexto, los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas (ODS) son un foco de interés para los diferentes actores: la sociedad cada vez más demanda que las empresas informen sobre la igualdad de género. Aproximadamente el 70 por ciento de las 5.000 empresas multinacionales más grandes del mundo informan sobre el progreso en esa área (ver la figura 1).
Sin embargo, la representación de las mujeres sigue siendo desigual. La regulación y la presión de los inversores han llevado a una mejor representación a nivel de consejo, pero no en los niveles gerenciales o en puestos medios. Además, la implementación de las políticas de igualdad de género relacionadas con el trabajo flexible y el cuidado infantil siguen siendo endebles.
Figura 1: Proporción de las 5,000 principales EMN con una política de diversidad (promedio y por grupo económico), 2013–2019
Existen argumentos teóricos para esperar que las empresas extranjeras transfieran sus políticas y buenas prácticas con respecto a las mujeres. Pero la evidencia es escasa respecto al impacto de la IED y las empresas multinacionales en la promoción del empoderamiento de la mujer alrededor del mundo. El informe de la UNCTAD sobre la transmisión de políticas de género de las empresas multinacionales representa una contribución original en este campo. Las políticas y prácticas de género de las empresas multinacionales afectan la igualdad de género de las filiales extranjeras en los países de acogida, indirectamente, mediante varios mecanismos del mercado laboral. Dependiendo de las normas y valores de un país de origen de una EMN y de los de sus bases de clientes y partes interesadas, el impacto en los países en desarrollo puede ser positivo, aunque esto no es automático.
La adopción por parte de las empresas emergentes de políticas explícitas de no discriminación que garanticen la igualdad en las prácticas de contratación, la remuneración, así como las oportunidades de promoción en sus redes de afiliados es un punto de partida importante para un impacto positivo. En cuanto al impacto indirecto, los principales mecanismos de transmisión de las políticas y prácticas de género de las EMN a las economías en desarrollo donde operan son los vínculos de la cadena de suministro con las empresas locales, los efectos de competencia y demostración, el impacto de la tecnología (es decir, la adopción local de tecnologías que favorecen la participación femenina en el mercado de trabajo) y la movilidad laboral (es decir, antiguas empleadas de filiales extranjeras que se unen a empresas locales). La importancia relativa y la eficacia de los diversos mecanismos de transmisión dependen de las circunstancias específicas de cada país y de la industria en cuestión.
Los ejemplos de los estudios de casos, realizados para varias economías en desarrollo, exponen esa realidad. Como ilustración, en la industria textil y de la confección de Bangladesh los asociados comerciales intermedios de las empresas medianas emplean un 50% más de trabajadoras administrativas que las empresas locales. Además, las empresas nacionales que comparten el mismo proveedor nacional que las empresas medianas contraté a más mujeres en el área administrativa. Por lo tanto, la presencia de empresas multinacionales afecta las prácticas de género de las empresas nacionales a través de los vínculos de la cadena de suministro, y sus vínculos con las empresas locales, así como a través de los efectos de demostración. Este, junto a otros hallazgos basados en estudios científicos, confirma que los diversos mecanismos de transmisión son interdependientes y se refuerzan mutuamente, y su impacto es difícil de medir por separado.
En conclusión, las políticas y medidas descritas en este artículo pueden fomentar la transferencia de las normas de género a través de los diferentes mecanismos estudiados: el empleo directo de mujeres en las filiales locales de las EMN, mediante mecanismos indirectos e impacto sobre la economía anfitriona a través de las relaciones de la cadena de suministro, efectos de competencia, movilidad laboral y tecnología. Un mensaje clave es la importancia de la interacción de las EMN con empresas nacionales. Por lo tanto, los resultados y recomendaciones sugieren aprovechar esa interacción para promover la posición de la mujer en la economía y reducir las brechas de género en el mercado laboral.