Por Gisselle Rohmer
Representante para República Dominicana de la Corporación Financiera Internacional (IFC)
Este es un momento emocionante para la tecnología climática. Después de la conclusión de la COP26, la pregunta en la mente de muchas personas no es si necesitamos aprovechar las soluciones tecnológicas para ayudar a combatir el cambio climático, sino cuáles parecen más prometedoras y cómo podemos acelerar su adopción para ayudar a reducir las emisiones.
Tanto los inversionistas como los formuladores de políticas se están dando cuenta del inmenso potencial de las nuevas tecnologías para la adaptación y mitigación climática. Las soluciones innovadoras y los modelos comerciales se están escalando en todos los sectores, desde el transporte y la agricultura hasta la energía y la fabricación.
Plataformas innovadoras de logística electrónica como Kobo360 y aplicaciones de movilidad como Bolt, que acaba de anunciar una nueva asociación para apoyar la adopción de vehículos eléctricos, están ayudando a reducir las emisiones relacionadas con el transporte.
En alimentación y agricultura, estamos analizando una gama de innovaciones que tienen un tremendo potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la optimización de la agricultura y la reducción del desperdicio de alimentos. Por ejemplo, la empresa Apeel ha desarrollado un recubrimiento a base de plantas que puede prolongar la vida útil de frutas y verduras, reduciendo el desperdicio de alimentos y la necesidad de refrigeración y envases de plástico. Otro ejemplo prometedor es PatternAg. Para mejorar los rendimientos y reducir el impacto en el medio ambiente, la empresa analiza el ADN del suelo para ayudar a los agricultores a mejorar la biofertilidad, prevenir plagas y enfermedades y aplicar fertilizantes con mayor precisión.
También estamos viendo algunas oportunidades realmente interesantes en el espacio de observación satelital y de la Tierra, donde los nuevos análisis y los pronósticos precisos que son posibles gracias a los avances en el poder de la computación están ayudando a las empresas, los gobiernos y las comunidades de todo el mundo a adaptarse a los riesgos climáticos y meteorológicos. La Compañía Planet, por ejemplo, despliega satélites para recopilar análisis valiosos que pueden informar decisiones estratégicas sobre cultivos y cómo administrar bosques, recursos hídricos, zonas costeras y tierras de cultivo. La empresa también puede rastrear la contaminación y permitir respuestas rápidas y específicas a los desastres naturales.
Finalmente, los avances revolucionarios en las tecnologías de descarbonización están ayudando a avanzar en soluciones de energía limpias y confiables, así como en la fabricación con cero emisiones. Tomemos como ejemplo la producción de acero. Hoy, representa alrededor del 8 por ciento de las emisiones globales de carbono y es uno de los sectores más difíciles de descarbonizar. Boston Metal está cambiando las reglas del juego al comercializar un método revolucionario libre de emisiones para la producción de acero.
Sin embargo, el desafío es que este tipo de tecnologías innovadoras, también conocidas como “Deep tech” o tecnología profunda, involucran procesos de investigación y desarrollo excepcionalmente complejos. Además del modelo de ingresos adecuado para escalar, a diferencia de las nuevas empresas en sectores digitales o basados en software, el camino hacia escalar para las empresas de tecnología profunda lleva más tiempo y requiere capital de riesgo paciente. Aquí es donde las instituciones de inversión de impacto desempeñan un papel clave al aportar capital de riesgo a largo plazo, experiencia de mercado y las asociaciones entre instituciones públicas y privadas que se necesitan para desarrollar estas nuevas tecnologías y acelerar su adopción en los mercados emergentes, donde su impacto puede ser aún más grande.
Con los compromisos climáticos y los planes de acción que surgieron de la COP26, creo que ahora existe un amplio consenso de que abordar el cambio climático de manera efectiva requerirá una transición completa a una economía baja en carbono. Si bien el desafío que tenemos por delante es importante, invertir en tecnología limpia brinda enormes oportunidades para impulsar el crecimiento sostenible, impulsar la innovación y avanzar en la lucha más importante a la que nos hemos enfrentado: la lucha por el futuro de nuestro planeta.