¿Cómo ha incidido la formación recibida en nuestra alma mater en la construcción de su perfil profesional? ¿Qué valores o enseñanzas de la PUCMM están presentes en el día a día en su práctica jurídica?
La formación recibida en la PUCMM fue clave para estructurar mi pensamiento jurídico con rigurosidad, lógica y ética. Más allá del contenido académico, la Universidad me inculcó el valor de la excelencia, el sentido de responsabilidad con la sociedad y una visión del Derecho orientada al servicio. Estos principios siguen guiando mi práctica profesional diaria, especialmente en la toma de decisiones que no solo consideran lo legal, sino también lo justo y correcto.
De las experiencias que más me marcaron, resalto el círculo de amistades que logré cultivar durante mi paso por la Universidad. Siempre he sido una persona que se adapta con facilidad a distintos entornos y en la PUCMM pude convivir tanto con compañeros muy enfocados en lo académico como con aquellos con una visión más relajada de la vida universitaria. Me enorgullece decir que conservo muchas de esas amistades. Aunque hoy resido en Santo Domingo y no en Santiago como en aquellos años, cada vez que nos reencontramos compartimos momentos muy gratos, como si el tiempo no hubiera pasado.
El panorama jurídico es dinámico. Desde su perspectiva, ¿cuáles considera que son los mayores desafíos que enfrenta el abogado joven en la República Dominicana actualmente? Y, al mismo tiempo, ¿dónde ve las mayores oportunidades para innovar o para generar un impacto positivo en la sociedad a través del Derecho?
El mayor desafío que enfrenta el abogado joven hoy en día es mantenerse a la vanguardia y en constante evolución frente a las corrientes modernas del Derecho. Sin embargo, ese mismo desafío representa la mayor oportunidad, pues en estas nuevas ramas el abogado joven puede competir en igualdad —e incluso en ventaja— frente a colegas con más experiencia. El Derecho es tan genial que, en su propia evolución, crea espacio para que las nuevas generaciones de abogados dejen su huella.
Un ejemplo claro de esto lo viví personalmente cuando identifiqué la oportunidad de especializarme en un área tan versátil como la reestructuración mercantil y la liquidación judicial. Gracias a esa decisión, hoy en día nuestro despacho, Guzmán Ariza, es líder en esta área a nivel nacional.
Sabemos que el Derecho es exigente, pero la vida del jurista no es solo códigos y expedientes. ¿Existe alguna pasión o actividad fuera del ámbito legal que le ayude a desconectar, a recargar energías y que, de alguna manera, influya positivamente en su desempeño profesional?
Heredé de mi abuelo y de mi padre el hábito del ejercicio. Desde muy joven, el deporte ha sido tanto una fuente de bienestar físico como un refugio mental que me permite mantener enfoque y equilibrio. A lo largo de los años he pasado por distintas etapas: fútbol, correr, gimnasio – este hábito lo he mantenido desde hace más de una década – y desde hace casi tres años, el tenis se ha convertido en una verdadera pasión. Juego al menos seis veces por semana, y esta práctica me ayuda a descongestionar el estrés de manera efectiva, lo que me permite rendir mejor tanto en lo profesional como en mi vida familiar.
Pensando en su infancia y juventud, ¿cómo fue ese primer acercamiento al mundo del Derecho, quizás a través de conversaciones en casa o la observación del trabajo de su padre?
Desde pequeño, el Derecho permeó nuestro hogar. Aún recuerdo el primer “contrato” que redacté junto con mi hermano: fue una permuta en la que intercambiamos unos juguetes. También me viene a la memoria cuando fui sometido —risas— al “tribunal disciplinario” de la familia Guzmán Saladín por un mal comportamiento.
Sin embargo, en casa nunca sentí presión para dedicarme al Derecho. Incluso, en un momento pedí a mis padres que me enviaran a un internado en Canadá porque me interesaban más las ciencias aplicadas, como la física, la química o la matemática. Por circunstancias de la vida eso no sucedió. Luego de regresar de mi intercambio en Alemania con AFS, opté por estudiar Derecho y hacer el programa de Conexiones Globales en TC3, para luego reforzar mi formación con un MBA en IE Business School. Con el tiempo, entendí que esa combinación fue perfecta.
Fabio Guzmán Ariza es una figura prominente en el Derecho dominicano. Más allá de lo académico, ¿cuál es ese consejo especial, no necesariamente jurídico, que su padre le ha dado y que ha sido una brújula en su vida personal y profesional?
Mi papá fue siempre un ejemplo de trabajo y dedicación para nosotros. Desde sus comienzos supo visualizar una oportunidad, gracias a su dominio de los idiomas y su capacidad para entender la mentalidad de los extranjeros, sus expectativas de calidad de servicio y de comunicación. Esta visión ha marcado el éxito y el posicionamiento de nuestro despacho.
Tal como él suele decirnos: “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”, haciendo alusión a que muchas veces basta con ofrecer un mejor servicio y mayor calidad para sobresalir. Pero su legado va más allá. Lo que más nos ha marcado, tanto a mi hermano como a mí, es su ejemplo de dedicación no solo al trabajo, sino también a la familia y a la comunidad jurídica en general. Nos inspira constantemente a reflexionar sobre el legado que queremos dejar, tanto a nuestros seres queridos como al país.
“El Derecho es tan genial que, en su propia evolución, crea espacio para que las nuevas generaciones de abogados dejen su huella”.
Mirando hacia el futuro, y consciente de lo que su padre ha construido, ¿qué tipo de huella o legado personal le gustaría dejar, tanto en el ámbito jurídico como en la sociedad?
Aspiro a seguir aportando al crecimiento sostenido de nuestro despacho a nivel nacional, a marcar diferencia en el mercado jurídico dominicano y a involucrarnos activamente en las operaciones más trascendentales para la República Dominicana. A través de nuestra clientela de inversionistas extranjeros, me gustaría continuar atrayendo oportunidades que contribuyan al desarrollo económico y social del país, generando bienestar para todos.
Asimismo, anhelo que nuestra firma, que ya se acerca a su centenario, continúe innovando, creciendo y adaptándose, de modo que podamos celebrar, dentro de unas décadas, otros cien años más de legado institucional.
¿Qué mensaje de motivación les daría a los actuales estudiantes de Derecho de la PUCMM y a los recién egresados?
El Derecho es una herramienta maleable que adquiere mayor valor con la dedicación y el esmero que cada uno le aporte. No se trata solo de “comerse los libros” o estudiar todo el tiempo; se trata de identificar tu pasión, tu propósito, y buscar ser trascendental en un objetivo que construya valor, que deje huella y que impacte positivamente a los demás.
Aunque comparte un apellido y una profesión con Alfredo Antonio, cada uno tiene su propia personalidad y enfoque. ¿Cómo describiría las diferencias y las complementariedades entre ustedes como hermanos y colegas, especialmente en la relación con su padre?
Tengo una relación muy cercana con mi hermano. Ciertamente somos personas muy diferentes, pero nos complementamos de forma natural. Él tiene una gran atención al detalle, es meticuloso y analítico. Yo, por mi parte, tiendo a ser más proactivo, lanzado, con una fuerte orientación hacia la comunicación y la ejecución.
Estas diferencias se traducen en fortalezas dentro de nuestra dinámica profesional. Junto con los demás socios de nuestra firma, hemos creado un ambiente de trabajo basado en la familiaridad, la cohesión y la armonía, que nos permite apalancarnos mutuamente y continuar creciendo como equipo y como institución.