¡Haz tus comidas inteligentes para lograr tus objetivos y vivir saludable!

Por la lic. Virfa Fernández 
Egresada de Administración Hotelera Conc. Alimentos y Bebidas (PUCMM, 2011). Actualmente es coach, nutricionista, chef, ponente, emprendedora, atleta, escritora y fundadora del Centro de Fitness / Bienestar y de Formación V-ALL®

Hacer dieta pasa a la historia cuando comprendes que todo radica en crear balance y proporcionarte lo que tu cuerpo demanda acorde a lo que estás necesitando para lograr un equilibrio en todos los niveles: físico, mental y emocional. Distribuir los distintos grupos de alimentos durante el día, según sea tu demanda nutricional y energética, hace que tengas una vida más sana, puesto que le aportas a tu cuerpo los recursos necesarios para que funcione adecuadamente y así seas más funcional por toda tu vida.

El punto está en transformar tus comidas en experiencias alimenticias y crear un aprendizaje de vida con cada una de ellas. Cuando inicias el camino a un estilo de vida más saludable, que te brinde una mayor calidad de vida y aumente tu expectativa de vida, vas haciendo un ejercicio con cada comida que haces. Esto lo pones en práctica diariamente (sin excepción) hasta volverlo una costumbre y crees un hábito. Al implantarlo como hábito, comer saludable y consciente, se te da en automático. Esto es a lo que le llamo una reprogramación alimenticia. Estudios en neurociencia han concluido en cómo cualquier nueva práctica que se realice con mucha frecuencia resulta en nuevas conexiones neuronales que conducen a modificar el comportamiento del organismo, por ende, manifiestas cambios en lo físico y en lo que atraes o te ves atraído. ¿Te gustaba tanto comer algo antes que ahora ya no? O, por el contrario, ¿no te gustaba un alimento antes que ahora lo disfrutas? ¡A mí, un montón de cosas! El pan blanco, los jugos azucarados y las carnes fritas, son algunos ejemplos de los que ya no; mientras que los molondrones, los rábanos y la sardina, son de los que ahora disfruto.

En primera instancia, es importante que reconozcas tu estado actual de salud, tus deficiencias nutricionales y tus capacidades tanto físicas como económicas para definir el mejor plan alimenticio para ti, ya que, si tú quieres tener resultados sostenibles y continuos necesitas sí o sí ajustarte a lo que tu cuerpo demanda para proporcionárselo. Solo de esta manera podrás equilibrar tu organismo para que funcione adecuadamente y te dé los resultados que persigues.

Luego, identifica los alimentos que te hacen sentir mejor, aquellos que tu organismo digiera con mayor facilidad y te proporcionen energía, y pon en práctica estas preguntas cada que vayas a comer:

¿Cuál es tu meta? Tenla bien definida para saber qué te vas a permitir en porciones y frecuencias. ¡Hazlo SMART! Específico (Specific), medible (Measurable), alcanzable (Attainable), relevante (Relevant) y con tiempo definido (Timed).

¿Por qué quieres lograrlo? La respuesta es la que te mantendrá todo el tiempo motivado, con la disciplina, el enfoque y la determinación necesaria con tal de cumplirte y no sabotear tu proceso.

¿Cómo quieres componerte? Va con las preguntas anteriores y traduce el porcentaje de cada macronutriente en tus comidas: agua, proteínas, grasas y carbohidratos.

¿Cuál es la calidad de estos alimentos? Es el tipo de combustible que le vas a dar a tu vehículo, es decir, tu cuerpo. ¿Se comportaría igual el motor de tu vehículo con gasolina regular que si le das gasolina premium? Lógicamente, con la regular, el motor tiende a esforzarse más, en consecuencia, lo deteriora en menor tiempo; lo mismo pasa con tu cuerpo. Aquí identificas si esos macronutrientes son de alto valor biológico y ricos en micronutrientes (vitaminas, minerales, fitonutrientes) o si son alimentos tóxicos o inflamatorios que tienen un aporte nutricional muy bajo o nulo.

Lo importante es dejar la comida más cargada para el momento del día que sientes que tu cuerpo te pide más, siendo las demás más ligeras en calorías o en sus macronutrientes. Siempre serán los carbohidratos complejos (arroz, legumbres, pastas, tubérculos), las proteínas de absorción lenta (carnes rojas, pescados azules) y la cantidad total de grasa presente (aceites, fruta, nueces, semillas) los que determinen que una comida sea más cargada o ligera. Ejemplo:

Y, aunque surjan momentos en los cuales cuentes con poco tiempo en preparar una comida más elaborada, ten una opción fácil, rápida y saludable que solo tengas que mezclar para que evites sabotearte. La forma más inteligente de lograrlo es:

Ten alimentos pre-preparados refrigerados almacenados herméticamente.

Disponiendo en tu despensa proteína enlatada como salmón, sardinas y/o atún.

Aquí te dejo una comida con estas características y el ejercicio que tienes que hacer siempre que vayas a comer.

La clave es hacerte consciente de cada decisión que vayas a tomar a fin de que conserves la tranquilidad de que tus acciones te están conduciendo hacia tus metas. De esta forma, te empoderas y observas más allá de todo lo que se te pueda presentar de frente, donde concluyas con una acción que te da mayor satisfacción como el triunfo de haber superado una prueba más, previniendo con esto un posterior “dolor de cabeza”.

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