Por la Dra. Aimée Román Ulloa
Egresada de Estomatología de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Es especialista en Implantología Oral y Reconstructiva de la Faculdade do Centro-Oeste Paulista (FACOP), São Paulo. Se formó en Cirugía Plástica Periodontal y Peri-implantar en Florianópolis, Santa Catarina y una Residencia en Armonización Orofacial en el Instituto Facial Pròspere en São Paulo. Actualmente tiene su consulta privada en ARteliê Odontología y es docente de pregrado de la PUCMM, recinto Santiago de los Caballeros.
En el transcurso de las últimas décadas, la estética se ha convertido en un factor primordial para el ser humano. Anteriormente, la visión de todos estaba enfocada directamente en la función y resolución de problemas mecánicos o sintomatologías dolorosas, dejando a un lado lo que muchos llaman superficial, lo “decorativo”. Hoy sabemos que integrar ambos conceptos, es decir, la función y la estética, es fundamental para conseguir resultados satisfactorios.
En el pasado, la estética era considerada superflua, hoy no es así, pues sabemos que la mejor forma de conseguir función es devolviendo la naturalidad de lo perdido y lo natural en la mayoría de los casos es estético. Un ejemplo son las encías inflamadas, son antiestéticas y cuando las curamos, vuelven a su naturalidad y se consiguen color y forma agradables. Lo mismo pasa en todas las áreas de la cavidad oral.
Cuando pensamos en implantes dentales, pensamos en devolver un diente perdido, de la forma más parecida a como estaba antes, anclado al hueso. Con los implantes podemos rehabilitar un órgano dentario que no está presente de una forma cómoda para el paciente y de una forma psicológicamente agradable. Los implantes dentales están hechos de una aleación de metales que pueden durar de 15 años hasta toda la vida, con el cuidado adecuado.
Los implantes dentales presentan muchas ventajas al ser colocados, en relación con otros tipos de tratamientos. Estos han sido mejorados año tras año con tratamientos de superficie de los metales y conexiones biológicamente más agradables a los tejidos orales. Sin mencionar las técnicas quirúrgicas poco invasivas que se utilizan hoy en día para menor morbilidad del paciente, siendo una cirugía casi imperceptible.
Con el pasar del tiempo, el paciente acepta cada día menos opciones removibles para la ausencia de sus dientes. Es por esto que los implantes han ido evolucionando a través de las décadas, siendo la elección más eficaz para la rehabilitación dental. Dentro de las primeras ventajas tenemos la comodidad del paciente y la fácil higienización, siguiendo los pasos normales del cepillado dental y auxiliándose de otros tipos de hilo dental.
Dependiendo del caso individual, si es la reposición de una sola pieza dental o de varias, se opta por coronas individuales o un póntico, pero ambas son fácilmente higienizadas con los instrumentos correctos. Hoy existen algunos aparatos, llamados water flossers, que sirven para tener una higiene impecable ya que se trata de agua o colutorio a presión en medio de los dientes (interproximal) complementando el hilo dental.
En segundo lugar, podemos mencionar que, debido a las conexiones protésicas más actuales de los implantes, estos se comportan de una manera biológicamente agradable, parecido a un diente natural. Nunca podemos decir que un implante es mejor que un diente natural, pero sí podemos decir que se acerca bastante gracias a los avances científicos en esta rama. Por lo que, la duración de estos es muy prolongada, incluso pueden durar toda la vida.
En tercer lugar, con esta alternativa no existen daños a los dientes adyacentes. La integridad de los demás dientes es un aspecto importante ya que no existe necesidad de desgastarlos. Consiguiendo una reposición sin daños a terceros. En cuarto lugar, es una opción rentable. Aunque en comparación con otras opciones, el implante es la menos económica, a la larga resulta más rentable por su durabilidad. Por esto se recomienda hacer un esfuerzo inicial para conseguir una reposición dental duradera.
En quinto lugar, conseguimos hacer una preservación de hueso. Con las otras alternativas protésicas removibles tenemos la desventaja de que se ocasiona una perdida ósea donde se apoya, mientras que cuando rehabilitamos un diente con un implante se mantiene el hueso alrededor, claro está que existen casos donde se debe colocar hueso autógeno o aloinjertos. Pero es una opción que conserva el hueso del paciente y esto repercute directamente en la estética del paciente y sobre todo en la salud del implante.
En sexto lugar, es una cirugía indolora. Gracias a los anestésicos locales el paciente no tendrá ningún tipo de dolor durante la intervención quirúrgica. La medicación post-quirúrgica utilizada es un coadyuvante para las incomodidades que el paciente pueda sentir, regularmente no existen quejas al respecto.
Esas son algunas razones por las que los implantes son una opción idónea al perder un diente. Para un paciente recibir un implante se debe confirmar antes la disponibilidad ósea y la salud de sus encías, pues no todos los casos son aptos para ellos. Es por esto que un buen diagnóstico derivado de imágenes tridimensionales, examen clínico y fotos intraorales puede definir si un paciente es apto para este tratamiento.
Para concluir, es vital por parte del especialista el compromiso del paciente con sus visitas periódicas al odontólogo, en las cuales se harán controles radiográficos y profilaxis de seguimiento. Sin la ayuda constante del paciente, ningún tratamiento dental puede ser exitoso. No olvides consultar con tu odontólogo especialista tus dudas al respecto.