Rol de la madre en la educación de sus hijos

por la lic. Mariela Nova Jacobo
Egresada de la PUCMM de las carreras de Educación concentración Orientación Escolar (1992) y Psicología (1997). De igual forma, realizó un Postgrado en Administración de Centros Educativos (2003), una Maestría en Gestión de Centros Educativos (2007) y especialidades en Pedagogía Universitaria (2014) y en Educación Inclusiva para Estudiantes Discapacitados (2015). Actualmente es directora y docente de la Escuela de Psicología de la PUCMM.

Cuando pensamos en educación, solemos imaginar uniformes, libros, computadoras, patios y profesores. Sin embargo, la educación de un niño comienza mucho antes de que ocurra todo eso. El ser humano al nacer es de las criaturas más indefensas y no está preparado para enfrentarse al mundo exterior durante un periodo larguísimo, el más largo de las especies conocidas. De hecho, lo que sucede en los primeros cinco años de vida es fundamental para su desarrollo, especialmente durante los primeros tres, cuando se forma el 90% de su cerebro. En este sentido, la madre desempeña un papel fundamental durante estos primeros años. Entonces, ¿qué puede hacer una madre, en términos prácticos, para fomentar el desarrollo cerebral de su hijo o hija y contribuir así a su educación?

La respuesta es simple: jugar. Sí, jugar. El juego es una herramienta que desarrolla todas las habilidades del niño. De acuerdo con Lorenço Filho, autor del ABC, prueba que evalúa las destrezas necesarias para el aprendizaje de la lectoescritura, es importante que el niño adquiera ciertas habilidades para aprender a leer y escribir con éxito. Estas destrezas incluyen la coordinación visomotora, la memoria inmediata, la memoria motora, la memoria auditiva, la memoria lógica, la pronunciación, la coordinación motora y la atención. Alentando a los niños a jugar de manera activa y creativa, las madres pueden promover el desarrollo de estas habilidades. 

Los niños aprenden a través de las experiencias que viven. Existen actividades simples y de corta duración que pueden ayudar al desarrollo de las habilidades de lectoescritura, que son fundamentales para todo lo que los niños aprenderán a lo largo de su vida. A continuación se presentan algunos ejemplos:

Coordinación visomotora: es la capacidad de usar los ojos y las manos al mismo tiempo. Piense en lo que le interesa a su hijo y jueguen a imitar los sonidos y movimientos del objeto de su interés, sean animales, carros, aviones, etc. También pueden dibujar lo que han visto anteriormente. 

Memoria inmediata: Es la capacidad de recordar lo que ha ocurrido o se ha visto unos segundos antes. Vean una película juntos. Una vez haya terminado la actividad, converse con su hijo o hija sobre lo que acaban de ver, comenten lo que más le gustó o inventen otro final para la historia. 

Memoria motora: Es la capacidad de fijar, conservar y evocar experiencias pasadas que impliquen movimiento. Incentive a su niño o niña a usar un triciclo, montar patines, salgan juntos a montar bici, etc.

Memoria lógica: implica comprensión, secuenciación. Lean un cuento y luego conversen sobre el mismo. Haga preguntas como: ¿qué pasó primero?, ¿y después?, ¿y al final? 

Pronunciación: articular correctamente las palabras es un paso necesario para aprender a leerlas o a escribirlas. Juegue con su niño o niña a decir trabalenguas o a repetir palabras complicadas. 

Coordinación motora:  es la capacidad de ordenar y organizar las acciones motrices orientadas hacia un objetivo determinado con precisión, eficacia y armonía. Jugar con masilla, hacer collares, clasificar objetos por colores, hacer rompecabezas, construir cosas con bloques, son actividades propias para desarrollar estas destrezas. 

Atención: es el proceso por el cual dirigimos nuestros recursos mentales sobre algunos aspectos del medio. Puedes jugar con tus hijos juegos de mesa o dirigidos en cualquier sentido. 

Las investigaciones recientes muestran que prestar atención al desarrollo y el cuidado del niño en la primera infancia preparan el terreno a una vida de aprendizaje, dotándoles de actitudes positivas hacia el proceso y favoreciendo la adquisición de las destrezas de lecto-escritura. Es de suma importancia que los padres acompañen a sus hijos en su vida escolar, supervisando sus tareas y manteniendo una comunicación estrecha con sus profesores para que el niño o niña pueda desarrollar su potencial al máximo. El bienestar y el desarrollo pleno del niño, tanto por lo que se refiere a sus emociones como a su intelecto, dependen del cuidado y afecto de sus padres. 

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